El futuro robot conductor:
No es precisamente un Fernando Alonso. Conduce a unos 30 kilómetros por hora. No le van nada bien las curvas fuertes. Necesita que le pongan el pie sobre el pedal y las manos al volante. Y con las vibraciones y traqueteos de un vehículo real aún no se atreve. Pero no se emborracha, se cansa o se distrae con el móvil. Es un robot conductor.
Su autómata responde bien al desafío planteado gracias a una programación que funciona como nuestros sentidos. "Uno de los módulos controla la visión, graba con una cámara la carretera y reconoce y reacciona ante las diferentes situaciones que se le presentan". La otra clave para el triunfo es la interacción, el talón de Aquiles que continúa reforzando la robótica: "Se trata de conseguir una trayectoria segura. Es decir, que el robot no rompa las herramientas ni se rompa a sí mismo". En el caso de su humanoide, solo tiene que preocuparse de pedal y volante. De momento, lo de que entre y salga por su propio pie del coche no se contempla.
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